13:38 25/02/2013
Barack Obama se quedó sin uno de los líderes militares más destacados que, además, caía bien a la Administración de EEUU.
El general John Allen, el actual jefe de las tropas de la OTAN en
Afganistán, elegido por el presidente de EEUU para ser el próximo
comandante supremo de la OTAN en Europa, presentó la renuncia y anunció
que se retira de las Fuerzas Armadas.
El país, que todavía está en guerra, no tiene secretario de Defensa:
los republicanos se desviven por evitar que el candidato de Obama,
Chuck Hagel, ocupe este puesto.
Crisis en el Pentágono
No hay dudas de que el general Allen se fue porque quiso. Al
despedirse de las tropas en Afganistán explicó que quería centrarse en
los problemas de salud de su esposa. Hace tiempo le prometió que
abandonaría el Ejército para estar con ella y la hora llegó.
Por lo tanto, la administración de Obama perdió, además de a un buen
general, al que tenía que ser comandante supremo de la OTAN en Europa al
regresar desde Kabul. Es el cargo militar de EEUU más importante fuera
del país.
Las relaciones entre el Pentágono y la Casa Blanca siempre han sido
complicadas. Cabe recordar un caso reciente: los militares no se
llevaban bien con Donald Rumsfeld, secretario de Defensa del gobierno de
George W. Bush entre 2001 y 2006 Rumsfeld no dejaba de idear nuevas
campañas y los militares debían llevarlas a cabo, pero las campañas
fracasaban, como habían avisado los militares. Desde entonces no hay
confianza.
En cuanto a Obama, al principio discutía públicamente con los
anteriores comandantes en Afganistán sobre lo que había que hacer:
¿atacar? ¿retirarse? ¿primero atacar y luego retirarse?
Al final el presidente estadounidense se peleó primero con uno de los
predecesores de Allen, el general Stanley A. McChrystal, y luego con
David Petraeus. Con éste último restableció una buena relación que no
obstante no fue duradera: en noviembre de 2012 Petraeus, ya director de
la CIA, presentó su dimisión tras descubrirse una relación
extramatrimonial.
Parece que la cúpula militar estadounidense está pasando por una mala racha, aunque intenta mantener la compostura.
Los problemas de los militares los podría solucionar la designación
definitiva del exsenador republicano Chuck Hagel como secretario de
Defensa, un cargo clave para impulsar los cambios en el Pentágono. Pero
los republicanos del Senado bloquean el proceso de confirmación de su
nombramiento.
El presidente de EEUU, Barack Obama, nominó a Chuck Hagel el pasado 7
de enero, y la próxima votación del Congreso tendrá lugar después del
25 de febrero, cuando los congresistas hayan vuelto del receso. Pero no
está claro cuándo ni, lo más importante, cómo acabará la candidatura.
Es una situación inverosímil. En la historia del Congreso de EEUU tan
sólo el 5% de los nominados ha sido rechazado y nunca la oposición
había recurrido al obstruccionismo parlamentario que le permite la ley
para impedir la confirmación de un secretario de Defensa.
Crisis política
Existen dos puntos de vista con respecto a lo que está sucediendo en
torno a la candidatura de Hagel. Uno es republicano, muy bien formulado
por la columnista de The Washington Post, Jennifer Rubin, que representa
en este periódico demócrata a la oposición.
Rubin afirma: Obama se ha enfadado con los republicanos por haber
tratado mal en el Senado a Susan Rice, que ni siquiera fue nominada como
secretaria de Estado. Y por eso nominó a Hagel, una figura odiosa para
la oposición estadounidense.
Lo hizo porque quiere un escándalo que demuestre a todo el mundo cómo
son los republicanos. Si es así, no tiene precedentes: el presidente
pone en peligro la seguridad nacional por salir ganando en una lucha
entre partidos.
Aunque no fue Obama el que empezó esta lucha. El bloqueo de la
confirmación de Hagel empezó, al igual que en el caso de Rice, con las
preguntas al candidato acerca del famoso ataque del 11 de septiembre
pasado contra el consulado de EEUU en Bengasi, en el que murió el
embajador y otros tres funcionarios. Ni Rice, ni Hagel tienen nada que
ver con este episodio, pero los republicanos insistieron en que dijeran
si creen que la administración estadounidense mintió al pueblo de su
país en aquella ocasión.
También salió a la luz la adversidad del futuro secretario de Defensa
contra Israel. Le preguntaron si realmente había dicho en 2008 que “el
Departamento de Estado es una sección del Ministerio de Exteriores de
Israel”.
Hagel, por cierto, está obrando con mucha prudencia. Declaró en la
audiencia que es Irán, el acérrimo enemigo de Israel (y también Corea
del Norte y Pakistán) quien representa la amenaza más importante para
Estados Unidos y reiteró que es un "gran defensor de Israel", al que
considera un "amigo" de Estados Unidos. Pero puede que con esto no
baste...
El otro punto de vista, el de los demócratas se resume en pocas
palabras: un partido republicano como éste es una vergüenza para el
país. Debería renovarse y deshacerse de los que ponen en tela de juicio
la democracia estadounidense.
¿No será que esta democracia se encuentra en un atolladero? En teoría
se supone que el sistema bipartito, o multipartito, es una remedio
universal para que el gobierno nunca se olvide de que lo están
controlando. Pero, según vemos, no siempre es así.
Algo parecido sucedió con la monarquía absoluta que también parecía
en su momento un sistema impecable. Pero sólo es así hasta que llegue al
poder alguien como el Emperador ruso Pedro III, alguien absolutamente
inepto para gobernar.
Crisis de la infraestructura
El nombramiento del secretario de Defensa no es el asunto más
importante de la política actual estadounidense. Sí lo es el dinero. Los
problemas financieros se debaten todos los días.
En verano de 2011 Obama y el Congreso decidieron que si no llegan a
ponerse de acuerdo sobre el presupuesto público, deuda interior y otras
cuestiones fundamentales de la economía nacional, habrá que proceder a
la reducción de gastos.
Esto es lo que sucedió: republicanos y demócratas de una comisión
especial fracasaron en su intento de llegar a un acuerdo que reduzca el
déficit estadounidense, desatando recortes automáticos de 1,2 billones
de dólares a lo largo de los próximos 10 años a partir de la semana que
viene.
La guerra entre los dos partidos continúa conforme a un guión bien
conocido. Los republicanos quieren hacer ver que a pesar de no haber
ganado las elecciones presidenciales son capaces a obligar a Obama a
hacerles caso. Obama, a su vez, les provoca para hacer ver a los
electores que los republicanos de hoy día son ineptos para gobernar.
¿Qué más? Hace poco hubo un incendio en la localidad estadounidense
de Kansas City, donde un camión se estrelló contra un conducto de gas
cerca de una popular zona comercial en el mismo centro de la ciudad.
Esto lleva a pensar en otra crisis sistémica de la que suele hablar
el presidente del país, la crisis de las infraestructuras. Obama
menciona siempre el envejecimiento de la red vial, de los puentes, la
insuficiente infraestructura de comunicaciones, pero no es sólo eso. El
centro comercial de Kansas City fue construido en pleno siglo de oro de
la arquitectura estadounidense, en 1922. Lo sucedido hace recordar que
el Siglo de Oro terminó hace casi cien años.
Dmitri Kósirev, RIA Novosti