Foto: RIA Novosti
Los entrenamientos conjuntos se llevarán a
cabo independientemente del carácter humanitario o antiterrorista de las
eventuales operaciones.
Las maniobras de años
anteriores ya rebasaban los marcos de la lucha contra el terrorismo. En
el curso de los ejercicios rusos-chinos en el mar Amarillo en 2012 se
pulieron, por ejemplo, la lucha conjunta contra submarinos y el rechazo
conjunto de los ataques aéreos.
A las maniobras Interacción Marítima 2013 China
enviará seis grandes buques de guerra, entre ellos cuatro destructores,
dos fragatas y un barco de avituallamiento. La unidad china estará
compuesta por el destructor Shenyang proyecto 051C, equipado con el
poderoso sistema de misiles antiaéreos S-300 FM de fabricación rusa y
asimismo fragatas proyecto 054. Cabe suponer que durante los nuevos
simulacros se prestará aún más atención a aspectos altamente
tecnológicos de la guerra naval como ser la defensa antiaérea y
antisubmarina. Los ejercicios conjuntos resultarán más provechosos para
la flota china, que tan solo años atrás obtuvo acceso a los modernos
radares para buques, a los sistemas de defensa antimisiles y a algunos
otros tipos de armamento.
Por otra parte, los ejercicios terrestres Misión de Paz,
que se efectúan anualmente en el marco de la Organización de
Cooperación de Shanghái, apuntan a la preparación de acciones conjuntas
para el caso de una vasta desestabilización de la situación en la región
centroasiática. Actualmente los preparativos de tal guión negativo
cobran gran actualidad. Se aproxima 2014, año en que EEUU y la OTAN
reducirán sensiblemente su presencia en Afganistán. Independientemente
de la situación en Afganistán, existe un gran riesgo de
desestabilización de la situación en Kirguistán, que ya ahora está al
borde de dividirse en norte y sur. Uzbekistán también puede verse en el
umbral de la crisis, si el presidente Islam Karímov llegue a perder el
control de la situación.
Los ejercicios que se realizan
en Chebarkul comúnmente suponen el perfeccionamiento por las tropas
terrestres y las fuerzas aéreas de los países participantes de las
acciones conjuntas de demolición de grandes bandas armadas. Pero si
prestamos atención a la composición de las fuerzas armadas alistada para
la acción, podremos llegar a la conclusión de que se trata de una
verdadera guerra local.
Una vasta desestabilización de
la situación en Asia Central en la actual década parece ser inevitable.
De los países de la región solo Kazajstán evidencia estabilidad y un
desarrollo exitoso, pero el número de efectivos de su ejército no
alcanza siquiera los cincuenta mil, a la vez que la superficie del país y
sus fronteras son enormes. Bajo un determinado guión, la realización de
una operación militar conjunta ruso-china puede ser la única salida.
Pero para una interacción plena ambas partes deben aún recorrer un largo
camino.
Algunos analistas opinan que sigue pendiente
la cuestión de la capacidad de los mandos rusos y chinos de tomar una
rápida resolución política respecto a una intervención militar en caso
de que se pierda el control de la situación. Rusia y China no
consiguieron desempeñar un papel palpable en el arreglo de la situación
en la ciudad kirguisa de Osh, donde en 2010 se produjeron sangrientos
enfrentamientos étnicos. La toma de una resolución sobre la primera
operación militar conjunta será un momento crucial en la historia
política tanto de Rusia como de China. Los mandos que deberán tomarla
asumirán una gran responsabilidad y grandes riesgos políticos. El temor a
adoptar semejante resolución irreversible, por lo visto, será un
obstáculo mayor en dirección de las acciones conjuntas, que cualquier
complejidad de índole técnico-militar.
La voz de Rusia
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