Foto: RIAN
Moscú tiene que tomar estas contramedidas para
defender sus intereses geopolíticos. Según expertos, si no lo hace
ahora, mañana le costará mucho más alcanzar a EEUU y a sus aliados de la
OTAN en la carrera de militarización del Ártico.
Otro
motivo para reflexionar al respecto fue la reciente reunión del Consejo
del Ártico a nivel de jefes de Estados Mayores Generales. La cita
coincidió con una serie de intensas operaciones aéreas rusas en el norte
y el noroeste del país y comenzó por una denuncia de Finlandia contra
Rusia. Los finlandeses insinuaban que dos aviones rusos sobrevolaron sus
aguas territoriales. A su vez, el Ministerio de Defensa ruso aseveró
que sus aviones se mantuvieron lo suficientemente alejados de la
frontera común. Por otro lado, Rusia no oculta que está incrementando
sus actividades militares en esa zona. Moscú anunció oficialmente que el
pasado 11 de julio tuvo lugar una “verificación de la capacidad de
combate de las bases aéreas ubicadas en Karelia y las regiones de
Leningrado y Murmansk".
Los controles de ese tipo van a
ser más frecuentes, sobre todo, en las regiones fronterizas del norte.
Hay un programa federal que establece los principios básicos de la
política nacional en el Ártico. Supone la formación de unidades
militares polares, el desarrollo la infraestructura militar en la región
y el fortalecimiento de las fronteras. En la situación actual,
cualquier país procedería de la misma manera. Hace ya mucho que la OTAN
está mostrando un vivo interés por el Ártico. Este interés viene
creciendo en los últimos años desde que ha quedado claro que los cambios
climáticos globales son una realidad y el Ártico está perdiendo
notablemente su capa de hielo. Desde 2007 la región es escenario del
regular ejercicio militar combinado Operación Nanook con participación
de Dinamarca, Canadá y EEUU. En 2009, la OTAN realizó allí mismo sus
importantes maniobras multinacionales Flecha Segura, y el año pasado, el
simulacro militar Respuesta Fría que contó con la participación de más
de dieciséis militares de quince países miembros de la alianza.
Washington no oculta que está considerando el Ártico como un “nuevo
campo estratégico de la batalla”.
Las razones de esta
“fiebre del Ártico” están claras: la disminución de la capa de hielo
abre acceso a los riquísimos yacimientos de hidrocarburos y otras
materias primas y acorta al máximo el camino de Europa a Asia por la
llamada Ruta Marítima del Norte. Naturalmente, la rivalidad puede
obstaculizar la explotación de todas estas riquezas. He aquí lo que nos
dijo al respecto el director adjunto de investigaciones del Consejo de
Política Exterior y de Defensa, Dmitri Súslov:
—Tenemos
que prepararnos para afrontar una escalada artificial de tensiones en
el Ártico y una especie de carrera armamentista. Es una tendencia muy
deplorable, porque lo que estamos haciendo es repartirnos la piel de un
oso antes de matarlo. Se trata de unos recursos aún desconocidos. No
sabemos con exactitud cuántos son. Incluso si realmente existen, su
extracción todavía resulta muy costosa y poco rentable. Las partes
deberían despolitizar sus relaciones en el Ártico y empezar a colaborar.
Como lo hacen, por ejemplo, la empresa rusa Rosneft y la estadounidense
ExxonMobil. La escalada armamentista en el Ártico solo crea un clima
político que obstaculiza la realización de semejantes proyectos.
Lamentablemente,
el Centro de Proyección Científica, recién creado por Rosneft y
ExxonMobil, es uno de los pocos ejemplos de cooperación internacional en
el la explotación de las riquezas del Norte. La tendencia que aún
predomina es exacerbar las tensiones junto a las fronteras norteñas de
Rusia. Con el pretexto de “operaciones humanitarias”, las tropas de la
OTAN ensayan el minado de aguas costeras, el control del espacio aéreo y
el desembarco de marines en la costa. Es obvio que antes de que la
“confrontación” en el Ártico devenga un “diálogo”, Rusia tendrá que
reforzar sustancialmente sus posiciones en dicha región, sostiene el
portavoz del Consejo Social adjunto a la Comisión gubernamental de
Industria Militar, Mijaíl Jodarionok:
—La
presencia militar soviética en el Ártico era más que palpable. Pero,
prácticamente, desapareció para fines del siglo pasado. A estas alturas,
la tarea más importante es que volvamos al Ártico en términos militares
y civiles. Porque no estaremos en Tierra de Francisco José o en Nueva
Zembla, si no confirmamos de alguna manera nuestra presencia en esos
territorios. Entretanto, muchos países del Norte de Europa ya están
reivindicando sus derechos sobre algunas regiones polares cuya
pertenencia a Rusia jamás había sido cuestionada. Incluso podemos decir
que los países del Norte europeo, EEUU y Canadá tratan de formar un
frente único contra Rusia en el Ártico.
Varias
naciones ubicadas bien lejos del Ártico también muestran últimamente un
vivo interés por esa región. Por ejemplo, China se está posicionando
como una nación “cercana al Ártico”. El Consejo del Ártico admite a
nuevos miembros “observadores” que insisten en darle al Ártico el
estatus de una “región bajo régimen internacional” por analogía con la
Antártida. Pero la extensión de la costa del Ártico en poder de Rusia es
la más larga entre todos los países de la región. En el plano
económico-comercial, energético y político-militar, Moscú está incluso
más interesado en el Ártico que Dinamarca, Canadá, Noruega y EEUU. Y no
piensa en absoluto renunciar a su intereses.
La voz de Rusia
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