Moscú planea presentar una serie de pruebas a la Convención de las
Naciones Unidas en relación a la
Ley de los Océanos que expandirían las aguas territoriales
rusas en el Ártico, reafirmando de esta forma su derecho territorial sobre el
lecho del Ártico, que es extremadamente rico en hidrocarburos.
Rusia ya había presentado antes una solicitud similar
antes, pero su propuesta fue rechazada debido a la falta de pruebas geológicas.
La nueva prueba la ha tomado el AS-12 Losharik, un batiscafo ruso de propulsión
nuclear de alto secreto.
La expedición al Polo Norte se llevó a cabo a finales de
septiembre como parte del proyecto de investigación Ártico 2012.
Losharik tendrá muy pronto una 'hermana
pequeña'. Según Izvestia, Rusia ha terminado la construcción de otra
estación de aguas profundas de propulsión nuclear. Una fuente en la
industria de Defensa ha declarado a Izvestia que el nuevo buque será en
realidad una versión más pequeña de Losharik destinada, como su hermano
mayor, a llevar a cabo operaciones especiales en el lecho marino,
incluyendo al océano Ártico.
La misión requería trabajar a una profundidad de 2,5-3
kilómetros durante 20 días. Esta estación en el fondo del océano recopilaba
muestras utilizando brazos robóticos, un dispositivo de rastreo (un sistema de
filtración de roca), un cepo (una pala con cámara) y un medidor hidrostático.
Los resultados de las pruebas de las muestras se
publicarán a principios de 2013, cuando se espera que sean transferidas a las
Naciones Unidas.
Hasta hace poco, ninguna de las pretensiones en
competencia territorial en el Ártico ha surtido efecto. Los países que han
hecho demandas son Rusia, Noruega, Canadá, Estados Unidos y Dinamarca, y aparte
de declaraciones políticas, ninguno de ellos países ha podido aportar pruebas
patentes para justificar sus reivindicaciones.
Si la última operación de Losharik no zanja el asunto,
al menos pondrá a Rusia en la cabeza de la lista. Antes del Losharik nadie ha
sido capaz de aportar ninguna muestra del lecho marino capaz de dar la razón a
Rusia.
Por otra parte, se conoce muy poco sobre el protagonista
de esta historia: el batiscafo de propulsión nuclear de aguas profundas AS-12,
apodado Losharik (la OTAN
lo llama NORSUB-5).
Una de las razones del escaso conocimiento público es
que el submarino fue creado por el Departamento Central de Inteligencia del
Ministerio de Defensa, y debido a la naturaleza específica de la misión, nunca
hubo intención de desclasificarlo, como si se tratara de un espía encubierto.
Sin embargo, Moscú ha decidido finalmente ir a por todas
para ganar la disputa territorial.
El nombre proviene de un personaje de dibujos animados
soviéticos, un divertido caballo con un cuerpo formado por pequeñas esferas. El
submarino está formado por módulos esféricos de titanio.
Según sus ingenieros, esta inusual construcción permite
al batiscafo, que mide 60 metros de largo, soportar la enorme presión de profundidades
oceánicas de hasta 6 kilómetros.
Losharik es impulsado por un pequeño reactor nuclear con
un modelo nuevo de planta de generación de vapor: el KTP-7I Fenix. Este reactor
confiere al batiscafo una velocidad de hasta 30 nudos (60 kilómetros) por hora
y no limita el tiempo que este puede permanecer sumergido. 25 oficiales
conforman la tripulación.
El batiscafo lo transporta el submarino K-129, que forma
parte a su vez del Proyecto 667BDR Kalmar, un submarino nuclear estratégico
rediseñado especialmente para este propósito.
Aunque está asignado a la Flota del Norte, este
submarino no forma realmente parte de ella, ya que es propiedad del
Departamento Central de Inteligencia. Está anclado en la bahía Olenia, donde
tienen su base los espías navales rusos.
Entre las posibilidades de este buque figuran sus brazos
mecánicos, que pueden no sólo recoger muestras del lecho marino, sino también
interrumpir las telecomunicaciones entre continentes, o a la inversa, implantar
escuchas que, incluso en caso de ser descubiertas, tampoco podrían ser
retiradas debido a la profundidad en la que se encuentran.
Existe también una teoría apocalíptica que propone que
el lanzamiento del batiscafo se reanudó en un momento en el que el conflicto
nuclear entre Moscú y Washington estaba todavía sobre la mesa.
Se cree que el batiscafo está destinado a convertirse en
el portador invencible del gigantesco torpedo termonuclear T-15 (de un metro y
medio de diámetro), desarrollado por el físico premio Nobel Andréi Sájarov.
Los soviéticos creían que si se detonaba a una
profundidad de unos 6 kilómetros, un torpedo podía generar un letal tsunami sin
precedentes que arrasaría toda una costa de los Estados Unidos, la del este o
la del oeste.
Sean cuales sean sus planes pasados, Moscú y Washington
son ahora socios y prefieren resolver sus diferencias en la mesa de
negociaciones. Esta fue la razón principal para que, a mediados de los 90,
Rusia interrumpiese casi por completo la financiación del proyecto Losharik.
Incluso llegó a invitar a los Estados Unidos a
participar como co-inversor, proponiendo que el batiscafo de aguas profundas
podía participar en operaciones de rescate.
Si bien Losharik no ha funcionado como buque de rescate,
ha demostrado no obstante ser un activo de seguridad nacional muy valioso.

No hay comentarios:
Publicar un comentario