Otra expedición de un numeroso grupo de buques de la Armada rusa ha dado pábulo a las especulaciones bajo el lema común “Los rusos van a Siria”. Pero las razones son más complicadas y sencillas a la vez.
En los tiempos de la URSS, las
travesías de este tipo eran una actividad habitual para la Marina de
Guerra. En el Mediterráneo, en los Océanos Atlántico, Índico y Pacífico
montaban guardia de combate decenas de buques de guerra, auxiliares y
submarinos.
Por su intensidad, las acciones de la
Armada rusa tenían muy poco que envidiar a su principal rival, las
fuerzas navales de EEUU. Desde mediados de los años sesenta, la Marina
soviética era un factor de fuerza permanente en los mares y océanos del
mundo que todos se veían obligados a tomar en consideración.
El
grueso de las fuerzas de la Marina de la URSS estaba concentrado en
cuatro escuadras operativas: la 5ª (el Mediterráneo), la 7ª (el
Atlántico), la 8ª (el Índico, incluyendo el Golfo Pérsico) y la 10ª (el
Pacífico).
La permanente presencia de dichas
escuadras en los mares y océanos contribuía mucho a la cohesión entre
diversas Flotas, tripulaciones, mandos y fuerzas auxiliares.
La
realidad de hoy es bien distinta. Después de muchos años de inactividad
y una fuerte reducción de la Armada, la aparición en los mares y
océanos de grupos de buques más o menos numerosos bajo pabellón ruso
provoca extrañeza cuando no una evidente irritación. Si Rusia de veras
se propone recuperar su potencial naval, tendrá que cambiar esta
realidad. Expediciones sistemáticas y, luego, una presencia permanente
de las fuerzas navales de Rusia deben volver a ser práctica cotidiana de
la Armada.
La escuadra rusa, de la que en diversos
períodos formarán parte de diez a diecinueve buques de guerra y
auxiliares, sin contar los submarinos (cuyo número no se especifica),
cumplirá distintas misiones en el Atlántico y en los mares Negro y
Mediterráneo.
Teniendo en cuenta la evolución de la
situación en Siria, cabe recalcar la presencia en el destacamento de
buques de desembarco (de tres a cinco, en diversos períodos) que
téoricamente podrían ser empleados tanto para transportar unidades de
refuerzo a la base rusa de Tartus como para evacuar de allí al personal y
los bienes rusos. La Marina rusa no ha comentado sus intenciones, pero
no hay indicios de una posible evacuación del personal de Tartus.
Tampoco es probable su reforzamiento.
Lo más
probable es que el objetivo principal sea la ostentación de la bandera
en esta zona intranquila para impedir la intromisión foránea en los
acontecimientos sirios.
La mayoría de los buques que
integran el destacamento, fueron construidos hace tiempo y en los
próximos diez o quince años serían desguazados. Su reemplazo ya está
siendo construido en los astilleros. Son fragatas y corbetas de nueva
generación, los buques de desembarco “Mistral”, nuevos buques de
desembarco rusos del proyecto 11711, etc.
Cabe
señalar que una elevada adaptabilidad de la Armada implica una
permanente instrucción de tripulaciones y estados mayores en travesías,
maniobras y operaciones de combate.
Procede
mencionar al respecto que en los últimos años, un destacamento de buques
rusos estaba presente permanentemente en el área del Cuerno Africano.
Por regla general, estaban conformados por un buque guardacostas o un
gran buque antisubmarino, acompañados por uno o dos buques auxiliares.
La
cada vez más intensa actividad de la Armada rusa permite confiar en que
cuando los buques de nueva generación entren en servicio operacional,
Rusia dispondrá de suficientes marinos altamente cualificados para
cumplir misiones de alcance global.
Así las cosas,
la prensa y los políticos extranjeros tendrán que habituarse a la Marina
rusa en tanto factor permanente de la política mundial.
Fuente La Voz de Rusia
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