“Aún toleramos esas sanciones que Ustedes esgrimen delante de nuestras narices pero, en cuanto sobrepasen la línea roja, responderemos de la forma más drástica”, manifestó Lukashenko al recibir este viernes las credenciales de varios embajadores extranjeros, entre ellos, representantes de algunas naciones europeas.
No especificó a qué clase de represalias se refiere pero afirmó que la política de sanciones, reproches y demandas no conduce a ninguna parte y que una Bielorrusia inestable en el centro de Europa no conviene a nadie.
Lukashenko subrayó que es un presidente elegido por el pueblo y que no cambiará de rumbo. “Exijo que los europeos miren a Bielorrusia y dejen de hacer cochinadas con respecto a ella”, dijo. Bielorrusia no es un Estado menos democrático que los demás, según él.
El mandatario bielorruso, al que la prensa occidental califica de “último dictador europeo”, afirmó que los lazos de Minsk con Rusia, China, India y los países del Asia Central resultan suficientes para asegurar la subsistencia de los ciudadanos, y aun en el supuesto de que esas relaciones peligren, el pueblo “resistirá aquí hasta el final defendiendo su independencia y soberanía”.
A finales del pasado año, la Unión Europea declaró personas no gratas a más de 200 funcionarios bielorrusos. Los cancilleres de los Veintisiete tienen previsto celebrar el próximo 27 de febrero una reunión en la que podrían incluir en esta lista a otros 135 cargos públicos cuyos activos han de ser congelados.
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