miércoles, 8 de enero de 2014

La vida cotidiana en un submarino nuclear ruso

La vida cotidiana en un submarino nuclear ruso
Primera inmersión
Cuando el submarino sale por primera vez al mar todos los marineros tienen que pasar por una ceremonia de iniciación. La mía fue mínima: echaron agua de mar en la lámpara del camarote y me la tuve que beber. Estaba agria y amarga. Después me dieron una certificación, hecha a mano, de que ya era submarinista.
En cambio, en otros submarinos tienen que hacer el 'beso del martillo': la herramienta se cuelga del techo y, cuando el buque se bambolea, el marinero lo tiene que besar. El sentido de esta última ceremonia se me escapa, pero no se puede discutir, es la primera regla que aprendes abordo. 
Servicio
En casi todos los submarinos hay dos tripulaciones. Cuando una se va de permiso (y se supone que deben tener una después de cada repostaje) es sustituida por otra. Los repostajes tienen diferentes duraciones: el más corto es de 50 días y el más largo de 90. Lo primero es el cumplimiento de las maniobras: hacer la inmersión o entrar en comunicación con otros submarinos, inmersiones a grandes profundidades o prácticas de tiro. Si la tripulación pasa todas las pruebas el submarino está preparado para el servicio militar.
En la mayoría de los casos se navega bajo los hielos del océano Ártico, ya que el submarino no es visible para los satélites, mientras que si  navegara por mares con aguas con visibilidad, se podría divisar a una profundidad de 100 metros.
 
Fuente: AFP / East News
Entre otras misiones teníamos que patrullar regiones marítimas en disposición de alerta por si, en caso de ataque, hay que utilizar el armamento. Un submarino con 16 misiles balísticos a bordo puede barrer de la faz de la tierra el Reino Unido, por ejemplo. Cada uno de los 16 misiles lleva 10 cabezas nucleares. Una descarga es equivalente a entre cinco y seis Hiroshimas. Se puede considerar que todos los días transportamos con nosotros unas 800 Hiroshimas. 
Vida cotidiana
Vivir en un espacio cerrado no es tan difícil como parece. En gran parte porque estás todo el tiempo ocupado, pasas ocho horas de guardia. Cada día, aproximadamente a las 15:00, todo el mundo se levanta para hacer una pequeña limpieza. A cada uno le toca limpiar algún sector. A unos les toca el centro de mando, otros tienen que limpiar el polvo y otros la proa (como llaman al retrete de proa los marineros). Pero lo peor de todo es que lo que te toca limpiar no cambia en todo el servicio, por lo que si ya has empezado a limpiar el baño te tocará hacerlo hasta el final. 
Comida
Se come muy bien. De desayuno requesón, miel y confitura. Siempre hay caviar rojo y carne de esturión, bien para la comida o la cena. Cada día los marineros tienen derecho a 100 cl. de vino, chocolate y vobla (pescado desecado y salado). La razón de esto es que en tiempos soviéticos cuando se discutió sobre cómo aumentar el apetito de los marineros la comisión se dividió: unos votaron por la cerveza, otros por el vino. Ganaron los últimos, pero no duraron en eliminar el vobla. 
Reglamento
El reglamento lo es todo. Es cierto que a veces llega a ser de risa. Por ejemplo, de acuerdo con el artículo 33 del reglamento de servicio de las Fuerzas Armadas rusas, solo se puede echar a correr a la orden de "correr marcha".
 
Fuente: Reuters
Una vez el vicecomandante de división fue a la 'proa' y el cerrojo estaba echado. Ordena al primer oficial del barco: “Primer oficial, abra la proa”. El primer oficial sigue sentado, sin reaccionar. El vicecomandante de la división pierde la paciencia: “Primer oficial, tráigame la llave corriendo”. Pero este sigue sentado como antes. “¡Corriendo le he dicho! ¿Qué pasa no me oye? ¡Corriendo! ¿A qué espera?”. El primer oficial cierra el reglamento que, por lo que parece, leía durante su tiempo libre y dice: “Camarada capitán, estoy esperando a la orden de marcha”. 
Comandantes
Hay todo tipo de comandantes pero todos tienen que provocar temor. No hacerle caso o llevarle la contraria puede suponer un castigo o un expediente como mínimo. El superior más pintoresco que me ha tocado nunca fue el capitán de navío Gaponenko (se ha modificado el apellido).
Una vez bajó, echó un vistazo: "¿A qué os dedicáis aquí, eh?" Le dijimos que estábamos ultimando las maniobras de instrucción, que había que agruparse con un submarino vecino el 685.
De pronto se puso él mismo al habla, tomó el micrófono y dijo al aire. "685, soy el 681, realice por favor maniobra 'palabra' (esa maniobra en el lenguaje de los marineros significa reducir la marcha, detenerse)". Al otro extremo de la línea se oyó: "Aquí 685, no puedo realizar maniobra 'palabra'. Cambio".

Gaponenko empezó a ponerse nervioso: "¡Ordeno que se realice la maniobra 'palabra' inmediatamente!" La respuesta fue aún más tenaz: "Le repito que no podemos realizar 'palabra'.
Cambio". Al llegar este momento, se volvió completamente loco: "¡Te ordeno que realices 'palabra'! Inmediatamente, ¿me oyes? Soy el capitán de navío Gaponenko! ¡En cuanto llegues a la base te voy a colgar del culo!" Se produjo un silencio confuso.
El radioperador medio muerto de miedo le susurró: "Camarada capitán de navío, lo siento, me he confundido, teníamos que hablar con el 683, el 685 es un avión". Gaponenko rompió el micrófono, salió del camarote y no volvió a aparecer hasta que salimos a flote.

Fuente: RUSIA HOY

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