Foto: www.flightglobal.com
Y es que, por vez primera en la historia de la
explotación del F117A, el avión más secreto de la Fuerza Aérea
estadounidense, además de haber sido detectado por los radares de la
defensa antiaérea de Yugoslavia fue incluso derribado no lejos de
Belgrado. Aquel fue un golpe contundente contra el complejo militar
industrial de EEUU y, particularmente, contra la corporación Lockheed.
En el Pentágono aseguraron que ocurrió un error técnico y que, el “avión
furtivo” simplemente se estrelló en un lugar de los bosques de Serbia.
Solo el 25 de noviembre, los militares estadounidenses reconocieron que,
su F117A había sido abatido por un misil soviético. La verdad la
ocultaron no solo a sus compatriotas de a pie, sino también a los
innumerables clientes que habían firmado ya contratos con la Lockheed.
El avión furtivo era entonces muy popular en el mundo. Y el orgullo de
la industria de la aviación estadounidense, de un costo de cincuenta
millones de dólares, fue abatido por un sistema antiaéreo serbio, que
llevaba la marca Made in URSS .
Dragan Matic fue el primero que presionó el botón de lanzamiento.
Entonces contó al autor de estas líneas los detalles de esa operación:
—El
24 de marzo de 1999 abandonamos nuestra unidad militar y nos
desplegamos en los alrededores de Belgrado. Los primeros tres días
fueron de tranquilidad relativa. Trabajábamos en equipo, una tarea
corriente que cumplíamos bajo la orden de nuestro jefe. Lo principal era
no ser detectados por los radares de los AWACs, los que habitualmente
escoltaban los aviones de la OTAN. Sobre todo los del tipo de los F117A.
Nos encontrábamos junto a la aldea de Shitanovtzi. Nuestra brigada
estaba de guardia el 27 de marzo, en los inicios del atardecer. Un
colega del servicio de vigilancia informó de que se registraban
interferencias considerables en el éter y la señal se aproximaba cada
vez más a nuestras posiciones. Cinco minutos más tarde el servicio de
reconocimiento radial informó de que a nuestra unidad se acercaba un
objetivo aéreo. Nuestro jefe miró atentamente la pantalla y recibió las
indicaciones del servicio de radio. El objetivo volaba hasta nosotros,
quienes lo habíamos detectado. Me fijé en la pantalla y vi la señal
clara del objetivo. Comenzamos a seguirlo mientras se hacía cada vez más
nítido. Di cuente al jefe que el objetivo estaba en la mira de nuestros
equipos y estábamos preparados para abatirlo. Después de la orden de
¡Fuego!, diecisiete segundos más tarde el avión fue alcanzado por
nuestros cohetes. El primero arrancó el ala del “Steahl”, y el segundo
lo destruyó. El piloto se catapultó mientras el avión iba a dar a
tierra.
Fue una ficción de los ingenieros y
pilotos norteamericanos de que el F117A era invisible , digamos. Todas
las tecnologías del “Steahl” garantizan su carácter sigiloso solo en el
diapasón radial de alta frecuencia. Mientras que para los radares que
trabajan en las frecuencias bajas es perfectamente detectable. De ahí
que nosotros lo captáramos a cincuenta kilómetros de nosotros, y lo
esperábamos cuando pasó cerca de nuestra unidad para destruirlo.
Es
cierto que su señal de radiación es más débil que la de los aviones
corrientes, aunque de toda manera aparece en las pantallas de los
radares. Es posible que el piloto se equivocara, es posible que se
extraviara, pero el caso fue que volaba a una altura de tan solo cinco
mil metros y fue a dar a nuestro blanco. Nosotros derribamos la máquina
más horrible y fantástica, el avión más secreto de la Fuerza Aérea de
EEUU. El piloto que se catapultó se escondió en los bosques. Cinco horas
después, un grupo de comandos voló en unos cuantos helicópteros y se lo
llevó. Al día siguiente estaba ya en la base de Aviano, no lejos de
Venecia. Cuando logramos esa vez derribar el avión cambiamos de
inmediato de posición junto con nuestros sistemas de combate. Mientras
más rápidamente cambias de dislocación, más posibilidades tiene la
unidad de quedar con vida. Así obramos veinticuatro veces en los tres
meses de la agresión de la OTAN encabezada por EEUU. Esa maniobra
continua salvó a nuestra unidad. Nadie resultó herido siquiera, aunque nueve perecieron en nuestra brigada de defensa antiaérea.
La voz de Rusia
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