Foto: rus.ruvr.ru
Expertos en la materia afirman que Club-K abre un nuevo capítulo en la creación de armas defensivas de nueva generación.
El
sistema Club-K, que es la versión de exportación del sistema ruso de
misiles Kalibr, es ampliamente conocido en el mercado mundial de
armamento. Está instalado en muchos buques y submarinos que Rusia
exportó en los años 2000. Además, muchos países compran Club-K para
modernizar sus fuerzas navales.
El Club-K
consta de un lanzador de cuatro misiles multipropósito de tipo Kh-35UE, 3
M14 ó 3M54. En otros contenedores también van ocultados los sistemas de
reconocimiento y de control de lanzamiento. De hecho, este armamento es
prácticamente indetectable porque en su apariencia exterior es idéntico
a los contenedores tradicionales de carga de veinte ó cuarenta pies y
puede ser puesto en cualquier sitio, incluyendo las terminales
portuarias y barcos mercantes.
Semejantes sorpresas pueden resultar sumamente desagradables incluso para las grandes potencias navales.
Ningún país del Tercer Mundo es capaz de enfrentarse a solas a una potencia mundial. Es un hecho evidente.
Pero
hay herramientas que harían un eventual conflicto demasiado costoso
para que alguna potencia mundial intente desatarlo. En su versión más
extrema esta ideología la desarrolla Corea del Norte que optó por las
armas nucleares para hacer inadmisiblemente costosa una guerra que
puedan desatar sus adversarios. Pero los conflictos y relaciones
internacionales tienen mucho más matices, y a veces, la mera amenaza de
emplear misiles de precisión resulta suficiente para que la parte
opuesta haga determinadas concesiones.
Los
sistemas como Club-К son los máximos exponentes de esta ideología. En la
época actual, cuando los conflictos armados no implican
obligatoriamente la suspensión de la navegación mercante, disponiendo
siquiera de un sencillo designador de blancos, semejantes armas
representan una amenaza mortal incluso para los buques dotados del
sistema Aegis o algo parecido. Obviar esta amenaza (pero sólo en parte)
sería posible únicamente decretando enormes zonas de exclusión marítima,
lo que acarrearía fuerte pérdidas financieras y aun mayores
inconvenientes colaterales. Aun cuando el Pentágono esté dispuesto a
aceptarlos, el Capitolio y The Wall Street tener un enfoque muy
distinto. Precisamente esta disparidad de criterios puede resultar
decisiva en los temas de guerra o paz.
La voz de Rusia
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