Se enviarán agentes de seguridad al extranjero para que colaboren con
los organismos locales de inteligencia con el objetivo de combatir el
crimen internacional.
EL FSB (el Servicio Federal de Seguridad ruso) recibirá un grupo de agentes que serán asignados al servicio permanente en el extranjero. Su labor no será la de proteger a los diplomáticos rusos de espías sino la de colaborar con los organismos de inteligencia locales en la “lucha contra el crimen internacional”.
Según el memorándum explicativo que el presidente Vladímir Putin ha remitido a la Duma Estatal, los operativos del FSB ya están siendo enviados a estados del extranjero por períodos de hasta seis meses “para dar consejo y orientación a sus organismos de inteligencia y fuerzas del orden sobre cómo llevar a cabo actividades operativas, de búsqueda y otras actividades especiales”.
De momento, estos agentes solo serán enviados a Abjasia, Osetia del Sur y Kirguistán. El objetivo es darles la oportunidad de servir como consejeros permanentes. Según el memorándum, se enviará un grupo de 15 agentes a cada uno de los tres países, aunque el FSB desearía aumentar la lista de estados “que necesitan su ayuda”.
En 2007, un decreto presidencial otorgó al Ministerio de Interior el derecho a incluir a 41 de sus representantes en las misiones diplomáticas de Rusia en el extranjero. En 2009 se decidió que estos oficiales ejercerían durante tres años seguidos, con la posibilidad de prolongar su estancia un año más. Sin embargo, en la actualidad solo hay unos diez oficiales de interior trabajando en el extranjero. De hecho, solo se asigna uno a cada país, a diferencia de los 15 agentes del FSB que se asignan a cada estado receptor.
Pero la iniciativa del FSB difiere fundamentalmente de la práctica del Ministerio de Interior y parece más bien un intento de resucitar la costumbre soviética de asignar agentes de la policía secreta a los organismos de inteligencia de Europa del Este.
Estos consejeros fueron enviados a países amigos entre 1949 y 1991. Los consejeros podían llegar a ser hasta varias docenas de personas. Al parecer, los agentes del FSB también están dando "consejos prácticos" a los organismos de inteligencia de Abjasia, Osetia del Sur y Kirguistán.
Es obvio también que los contingentes del FSB en esos países tienen la misión de mantener los regímenes en el poder y no la de combatir, por ejemplo, el terrorismo o el tráfico internacional de drogas y armas ilegales. También está claro que los agentes del FSB destinados a Sujumi, Tsjinvali y Osh tendrán más probabilidades de lograr sus objetivos si se mantienen en esos puestos durante varios años, en lugar de rotarlos cada seis meses.
De
entrada puede resultar sorprendente que el Kremlin vea al FSB, y no al Servicio
de Inteligencia Extranjera, en ese papel. Pero ya a mediados de la década de
los 2000, al FSB se le concedieron sus propios organismos de inteligencia para
trabajar con las repúblicas de la antigua URSS, por lo que la decisión es
coherente con esa lógica.
Es sabido que el FSB dio resultados mucho peores que el Comité de Investigación durante el clímax de las protestas de 2011-12. Putin se quejó de que el FSB no estaba aportando información suficiente sobre las fuerzas de la oposición y los cambios en la situación política.
Cuando esto sucede, el FSB suele contraatacar quejándose de que sus poderes son muy limitados y pidiendo más autoridad. No es sorprendente, por lo tanto, que Putin haya firmado el año pasado una nueva ley que amplía la definición de "traición", en un movimiento que muchos han visto como un guiño al FSB. Esta ley también facilitaba mucho al FSB el llevar a cabo operaciones de vigilancia y pinchar teléfonos.
La iniciativa actual para enviar cuerpos permanentes de agentes de seguridad para ayudar a los servicios de inteligencia de regímenes amigos está dentro de la misma categoría. Al parecer, es mejor dejar al FSB que luche contra las fuerzas hostiles en el extranjero que en Rusia.
Andréi Soldátov es un analista de la inteligencia en Agentura.ru, y coautor de "La nueva nobleza: la reinstauración del Estado de Seguridad Ruso y el legado perdurable de la KGB".
Publicado originalmente en The Moscow Times.
EL FSB (el Servicio Federal de Seguridad ruso) recibirá un grupo de agentes que serán asignados al servicio permanente en el extranjero. Su labor no será la de proteger a los diplomáticos rusos de espías sino la de colaborar con los organismos de inteligencia locales en la “lucha contra el crimen internacional”.
Según el memorándum explicativo que el presidente Vladímir Putin ha remitido a la Duma Estatal, los operativos del FSB ya están siendo enviados a estados del extranjero por períodos de hasta seis meses “para dar consejo y orientación a sus organismos de inteligencia y fuerzas del orden sobre cómo llevar a cabo actividades operativas, de búsqueda y otras actividades especiales”.
De momento, estos agentes solo serán enviados a Abjasia, Osetia del Sur y Kirguistán. El objetivo es darles la oportunidad de servir como consejeros permanentes. Según el memorándum, se enviará un grupo de 15 agentes a cada uno de los tres países, aunque el FSB desearía aumentar la lista de estados “que necesitan su ayuda”.
En 2007, un decreto presidencial otorgó al Ministerio de Interior el derecho a incluir a 41 de sus representantes en las misiones diplomáticas de Rusia en el extranjero. En 2009 se decidió que estos oficiales ejercerían durante tres años seguidos, con la posibilidad de prolongar su estancia un año más. Sin embargo, en la actualidad solo hay unos diez oficiales de interior trabajando en el extranjero. De hecho, solo se asigna uno a cada país, a diferencia de los 15 agentes del FSB que se asignan a cada estado receptor.
Pero la iniciativa del FSB difiere fundamentalmente de la práctica del Ministerio de Interior y parece más bien un intento de resucitar la costumbre soviética de asignar agentes de la policía secreta a los organismos de inteligencia de Europa del Este.
Estos consejeros fueron enviados a países amigos entre 1949 y 1991. Los consejeros podían llegar a ser hasta varias docenas de personas. Al parecer, los agentes del FSB también están dando "consejos prácticos" a los organismos de inteligencia de Abjasia, Osetia del Sur y Kirguistán.
Es obvio también que los contingentes del FSB en esos países tienen la misión de mantener los regímenes en el poder y no la de combatir, por ejemplo, el terrorismo o el tráfico internacional de drogas y armas ilegales. También está claro que los agentes del FSB destinados a Sujumi, Tsjinvali y Osh tendrán más probabilidades de lograr sus objetivos si se mantienen en esos puestos durante varios años, en lugar de rotarlos cada seis meses.
Es sabido que el FSB dio resultados mucho peores que el Comité de Investigación durante el clímax de las protestas de 2011-12. Putin se quejó de que el FSB no estaba aportando información suficiente sobre las fuerzas de la oposición y los cambios en la situación política.
Cuando esto sucede, el FSB suele contraatacar quejándose de que sus poderes son muy limitados y pidiendo más autoridad. No es sorprendente, por lo tanto, que Putin haya firmado el año pasado una nueva ley que amplía la definición de "traición", en un movimiento que muchos han visto como un guiño al FSB. Esta ley también facilitaba mucho al FSB el llevar a cabo operaciones de vigilancia y pinchar teléfonos.
La iniciativa actual para enviar cuerpos permanentes de agentes de seguridad para ayudar a los servicios de inteligencia de regímenes amigos está dentro de la misma categoría. Al parecer, es mejor dejar al FSB que luche contra las fuerzas hostiles en el extranjero que en Rusia.
Andréi Soldátov es un analista de la inteligencia en Agentura.ru, y coautor de "La nueva nobleza: la reinstauración del Estado de Seguridad Ruso y el legado perdurable de la KGB".
Publicado originalmente en The Moscow Times.
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