Este es solo uno de los innumerables casos en
que el gobierno de EEUU traiciona, en los hechos, a quienes cumplieron
el trabajo sucio en la defensa de los intereses del país.
La captura de Ben Laden, vivo o muerto, como se dice,
era un asunto de honor para EEUU. Así las cosas, resulta bastante
indecente la negativa de EEUU a pagar la prometida recompensa de
veinticinco millones de dólares por la muerte del terrorista. Lo más
probable es que no reciba nadie ese dinero, ni el verdugo ni los miembros de su unidad, ni los expertos en Inteligencia que dieron con el paradero del terrorista.
El soldado está, obviamente, divorciado, pues, en tales
circunstancias resulta peligroso, en todos los sentidos, tener una
familia. Aparte de las dificultades de entendimiento mutuo está el
cálculo frío: los participantes en operaciones de tal repercusión temen,
y no sin razón, la venganza de los secuaces de Ben Laden. El cuadro que
se presenta entonces es, por decir lo menos, abrumador: sin dinero, sin
familia y sin salud, en suma, sin futuro como tal.
Igor Korotchenko, director de la revista Defensa nacional, opina:
—Toda burocracia trata con desprecio a quienes
defienden los intereses de la seguridad nacional de su país. No quiero
decir que la situación que se da en EEUU sea típica para otros países,
pero se repite en gran medida. Es un fenómeno bastante común la
indolencia de los burócratas para con aquellos que arriesgaron la vida,
la salud en el cumplimiento de tareas especiales, que participaron en
acciones de combate. Es obvio que una actitud de tal naturaleza se
tomada con criticismo por los uniformados.
Según las estadísticas, los veteranos estadounidenses
asesinan con frecuencia considerable no a otros, sino a sí mismos. Sin
ir muy lejos, en 2012, el ejército de EEUU sufrió más pérdidas como
consecuencia de los suicidios que en acciones de combate. Según algunas
fuentes, el suicidio en ese medio ocurre cada noventa minutos. La Voz de Rusia
conversaba de ello con Richard Sword, autor de un libro dedicado a los
estreses postraumáticos, una suerte de enfermedad profesional de
soldados participantes en conflictos militares sangrientos:
—Es cierto, las tendencias suicidas se tornan un
problema cada vez más grave entre los veteranos. Ello está vinculado en
parte a las nuevas operaciones en el extranjero. Desempeña también su
papel la inestabilidad financiera dentro de EEUU. Hace ya cien años que
los sicólogos citan el pasado para explicar tales fenómenos: que
recuerdos del pasado suscitarían en algunas personas el deseo de
suicidarse. Personalmente pienso que, la raíz del problema está en el
futuro. La gente piensa simplemente que no hay un futuro para ellos y,
que la vida en adelante será cada vez peor. En eso está basada la
terapia que proponemos: nosotros inducimos a los veteranos a recordar
solo lo mejor del pasado, y a alegrarse también del presente. Nosotros
les decimos cuán importante son ellos mismos y su servicio para todos
nosotros. Tratamos de centrar sus pensamientos no en lo negativo del
pasado, sino en cómo organizar un futuro mejor.
Naturalmente que, los veteranos estadounidenses, como
en cualquier otro país desarrollado del mundo, no están entregados a su
suerte. Sin embargo, como vemos, no siempre, ni mucho menos, alcanza
para que aquellas personas que regresaron del infierno puedan remontar
el limbo y reinsertarse en el “paraíso terrenal” estadounidense. Valeri
Garbuzov, vicedirector del Instituto de EEUU y Canadá de la Academia de
Ciencias de Rusia señala:
—Yo no diría que para todos los veteranos llegan
días negros. Sabido es que, el ejército norteamericano es profesional. Y
el desahucio para los militares es un vuelco del destino. Porque su
profesión es la guerra. Lo más difícil es sobreponerse y comenzar una
nueva vida (aunque el estado te respalde en ello). Por cierto que todo
caso es muy individual. Pero, son muchos los veteranos que no pueden
reinsertarse en la vida pacífica.
Todo parece indicar que, la razón para una situación
tan deplorable de los veteranos es el tradicional pragmatismo
norteamericano, el que se manifiesta no solo en la política, la economía
sino también en la esfera social. El país de las posibilidades iguales
olvida a quien perdió ya tal posibilidad. La historia de ese soldado de
la Marina que, por voluntad del destino acabara con un disparo la
cacería de muchos años de Ben Laden, es un triste testimonio más de
ello.
sb/as/sn

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