3 de diciembre de 2012
Los misiles nucleares siguen siendo para Rusia un importante medio
de contención, el último argumento en caso de un conflicto militar a
gran escala. Sin embargo la situación mundial, caracterizada por una
cantidad de conflictos locales cada vez mayor, ha hecho renacer la
demanda de medios de defensa no nucleares utilizados para alcanzar, a
veces, objetivos estratégicos.
En los últimos días de noviembre,
el militar al mando de las Tropas de Misiles de Designación Estratégica, el
teniente general Serguéi Karakaev, comentando los resultados de los ejercicios
militares del ejército en 2012, confirmó que en Rusia se desarrollan misiles de
largo alcance, entre otros misiles balísticos intercontinentales pesados.
"De acuerdo con el programa
estatal de armamento para 2011-2020, en 2012 se han llevado a cabo trabajos
para la creación de misiles de largo alcance, en concreto misiles de tipo pesado",
comunicó el comandante.
La orden para el desarrollo de
nuevos misiles balísticos intercontinentales fue aprobada en 2011. El principal
investigador para desarrollar el proyecto es el Centro Estatal Makeyev (en la
región de Cheliabinsk).
También participa la industria
militar 'NPO Mashinostroenia' (de la región de Moscú). La fábrica Krasnoyarski
Mashinostroenia será la encargada de montar los misiles.
Pero independientemente de las
capacidades del nuevo misil, resulta inútil luchar con misiles nucleares. A
pesar de todo, es necesario intentar alcanzar, con las menores bajas posibles,
los mayores resultados.
La 'crisis nuclear' iraní y su
probable solución militar con medios no nucleares o el último enfrentamiento
palestino-israelí, son
una evidente confirmación de que los objetivos estratégicos se pueden alcanzar
con armas no estratégicas.
Solamente en la última década del
siglo pasado, el mundo sufrió 34 guerras, incluidas un conflicto internacional
en el Golfo Pérsico, las dos campañas chechenas y la guerra a gran escala en
Yugoslavia.
No nos olvidamos de los
terroristas invisibles, contra los que se ha lanzado una guerra que se ha
convertido en la misión planetaria número uno.
En otras palabras, es imposible
estar sin armas.
Las guerras de los últimos años
parecen indicar que en el futuro las acciones militares serán cortas, en un
territorio limitado y sin una línea de frente clara.
Hay que recordar que tanto en EE
UU como en Rusia, se dedica mucha atención a perfeccionar las armas
convencionales. Hace algunos años, los EE UU decidieron concentrarse en la
creación de munición de acción penetrante, capaz de derribar con garantías
objetivos altamente protegidos bajo tierra por el enemigo.
Preparándose para posibles
acciones militares en Irán, las fuerzas aéreas de los EE UU se han armado con
una munición conocida como de alta potencia de penetración.
Este tipo de armamento ha
resultado ser, en realidad, un monstruo de 15 toneladas diseñado para destruir
construcciones bajo tierra donde, en opinión de los norteamericanos, se pueda
almacenar el armamento nuclear iraní.
Por cierto, su 'padre', la bomba GBU-28, desarrollada a
finales de los años 80, estuvo a punto de ser lanzada contra Gadafi en agosto
de 2011, cuando estaba en el búnker residencia en Bab al-Azizia.
Según datos de los servicios
secretos de la OTAN,
en aquel momento el vicedirector de los servicios secretos libios, el general
Halif Mohamed Ali, traicionó a su líder y le habría convencido para ir allí.
Sin embargo, media hora antes del ataque, Gadafi, sus hijos y su círculo más
cercano abandonaron el escondite.
Por su parte, Rusia decidió
reforzar sus posiciones en el área conocida como lanzamiento de bombas 'de
vacío'. En el otoño de 2007 se realizó la prueba de la bomba termobárica más
potente del mundo.
Los estadounidenses utilizaron
armamento termobárico en los años 60 en Vietnam y Rusia, desde el vehículo
lanzallamas incendiario TOS-1, disparó munición análoga, por su principio
activo, a las posiciones de los guerrilleros en Afganistán en los 70 y
posteriormente contra los separatistas chechenos.
Las bombas aéreas termobáricas
tienen uno o varios recipientes con una mezcla explosiva sobre la base, por
ejemplo, de hidrocarburos volátiles. Cuando impacta con el objetivo o cuando
explota la carga sobre una superficie la mezcla se libera y al mezclarse con el
oxígeno de la atmósfera, crea una nube altamente explosiva que detona 100-140
milisegundos después de ser liberada.
Con una explosión de este tipo se
crea una onda expansiva desde el lugar del impacto con una velocidad de 3
km/seg, que genera una presión redundante que puede alcanzar los 30 kg/cm 2.
En 'la retaguardia' de la onda,
por el contrario, se crea un gran vacío que, como una aspiradora, absorbe el
aire y las partículas sólidas.
La capacidad de esta mezcla de
combustible con aire de demoler o romper un parapeto es muy baja. Pero es
difícil imaginarse un arma más destructiva para los seres humanos.
En el momento de la explosión,
los que no mueran por las llamas, sufrirán la acción de un poderoso impacto y
el vacío.
Así que un arma de este tipo se
convierte en una importante herramienta de lucha contra un enemigo vivo. Quizá
en el desarrollo de los futuros planes militares se le dé prioridad.
Fuente Rusia Hoy
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