Publicado el 02/11/2012 por jonkepa
La agresión mediática y militar contra Siria está directamente
relacionada con la competencia mundial por los recursos energéticos,
explica el profesor Imad Shuebi en el magistral artículo que hoy les
proponemos. En momentos en que asistimos al derrumbe de la eurozona, en
que una grave crisis económica ha llevado a Estados Unidos a acumular
una deuda que sobrepasa los 14,940 billones de dólares, en momentos en
que la influencia estadounidense declina ante las potencias emergentes que conforman el BRICS,
se hace evidente que la clave del éxito económico y del predominio
político reside principalmente en el control de la energía del siglo
XXI: el gas. Y Siria se ha convertido en blanco precisamente porque de
halla en medio de la más importante reserva de gas del planeta. El
petróleo fue la causa de las guerras del siglo XX. Hoy estamos viendo el
surgimiento de una nueva era: la de las guerras del gas.
Con la caída de la Unión Soviética,
los rusos se dieron cuenta de que la carrera armamentista los había
dejado exsangües, sobre todo por falta del aprovisionamiento energético
que todo país industrializado necesita. Estados Unidos, por el
contrario, había logrado desarrollarse e imponer sin mucha dificultad su
política internacional gracias a su presencia de décadas en las zonas
petrolíferas. Los rusos decidieron entonces posicionarse en las fuentes
energéticas, tanto en las que producen petróleo como en las productoras
de gas. Considerando que, debido a su repartición internacional, el
sector petrolero no ofrecía buenas perspectivas, Moscú apostó por el
gas, por su producción, su transporte y su comercialización a gran
escala.
La partida comenzó en 1995, cuando Vladimir Putin
trazó la estrategia de Gazprom: partir desde las zonas gasíferas de
Rusia hacia Azerbaiyán, Turkmenistán, Irán (para la comercialización),
hasta el Medio Oriente. La verdad es que los proyectos North Stream y
South Stream demostrarán ante la historia el mérito y los esfuerzos de
Vladimir Putin por situar nuevamente a Rusia en la arena internacional y
por desempeñar un papel importante en la economía europea, que durante
las próximas décadas dependerá del gas como alternativa al petróleo o
como complemento de este, dando la prioridad al gas por encima del petróleo.
A partir de entonces, era urgente para Washington instrumentar el
proyecto Nabbuco, como competidor de los proyectos rusos y con la
esperanza de desempeñar un papel decisivo en la determinación de la
estrategia y la política para los próximos 100 años.
El hecho es que el gas será la principal fuente de energía del siglo
XXI, como alternativa ante la reducción de las reservas mundiales de
petróleo y, al mismo tiempo, como fuente de energía no contaminante. El
control de las zonas gasíferas del mundo por parte de las antiguas
potencias y de las potencias emergentes es el elemento que da origen a
un conflicto internacional con manifestaciones de carácter regional.
Es evidente que Rusia ha sabido leer las cartas y que ha aprendido las
lecciones del pasado ya que el factor que provocó el derrumbe de la
Unión Soviética fue precisamente la falta de control de los recursos
energéticos globales, indispensables para inyectar el capital y la
energía que necesita la estructura industrial. Rusia ha comprendido
además que el gas está destinado a ser la fuente energética del próximo
siglo.
Historia de la «partida de ajedrez» del gas
Vladimir Putin y Alexei Miller, presidente de Gazprom.
Una primera ojeada al mapa del gas nos revela que ese recurso se halla
en las siguientes regiones, tanto en lo tocante a la situación de los
yacimientos como al acceso a las zonas de consumo:
1. Rusia: Vyborg y Beregvya
2. Anexo a Rusia: Turkmenistán
3. En los alrededores más o menos inmediatos de Rusia: Azerbaiyán e Irán
4. Arrancado a Rusia: Georgia
5. Mediterráneo Oriental: Siria y Líbano
6. Qatar y Egipto.
Moscú trabajó rápidamente sobre dos ejes estratégicos: el primero es la
creación de un proyecto sino-ruso a largo plazo basado en el crecimiento
económico del Bloque de Shangai; el segundo es garantizar el control de
los recursos gasíferos. Se sentaron así las bases de los proyectos
South Stream y North Stream, frente al proyecto estadounidense Nabucco,
respaldado por la Unión Europea, que apuntaba al gas del Mar Negro y de
Azerbaiyán. Una carrera estratégica por el control de Europa y de los
recursos gasíferos se estableció entre los proyectos de ambas partes.
Los proyectos de Rusia:
El proyecto North Stream conecta directamente a Rusia con Alemania a
través del Mar Báltico, hasta Weinberg y Sassnitz, sin pasar por
Bielorrusia. El proyecto South Stream comienza en Rusia, atraviesa el
Mar Negro hasta Bulgaria y se divide pasando por Grecia y el sur de
Italia, por un lado, y por Hungría y Austria, por el otro lado.
El proyecto de Estados Unidos:
El proyecto Nabucco parte de Asia Central y de los alrededores del Mar
Negro, pasa por Turquía –donde se sitúa la infraestructura de
almacenamiento–, y recorre Bulgaria, atraviesa Rumania, Hungría y llega
hasta Austria, desde donde se dirige hacia la República Checa, Croacia,
Eslovenia e Italia. Originalmente debía pasar por Grecia, idea que se
abandonó debido a la presión de Turquía.
Se suponía que Nabucco debía ser el competidor de los proyectos rusos.
Nabuccoestaba previsto para el 2014, pero diversos problemas técnicos
provocaron su posposición hasta 2017. A partir de esa posposición, el
proyecto ruso comenzó a ganar la batalla por el gas, pero cada parte
trata siempre de extender su propio proyecto hacia nuevas zonas.
Lo anterior tiene que ver por una parte con el gas iraní, que Estados
Unidos pretendía incorporar al proyecto Nabucco conectándolo al punto de
almacenamiento de Erzurum, en Turquía. Y también tiene que ver con el gas proveniente del Mediterráneo oriental, o sea Siria, Líbano e Israel.
Pero en julio de 2011, Irán firmó varios acuerdos para el transporte de
su gas a través de Irak y de Siria. Por consiguiente, Siria se convierte
así en el principal centro de almacenamiento y producción, vinculado
además con las reservas del Líbano. Se abre así un espacio geográfico,
estratégico y energético completamente nuevo que abarca Irán, Irak,
Siria y el Líbano. Los obstáculos que ese nuevo proyecto viene
enfrentando desde hace más de un año dan una idea del grado de
intensidad de la lucha que se está desarrollando por el control de Siria
y del Líbano. Y al mismo tiempo aclaran el papel que ha venido
desempeñando Francia, país que considera el Mediterráneo oriental como
su propia zona de influencia histórica, destinada por lo tanto a
satisfacer los intereses franceses, y donde Francia necesita recuperar
el terreno perdido desde la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras,
Francia pretende desempeñar un papel en el mundo del gas donde, después
de adquirir en Libia una especie de «seguro médico», ahora pretende
obtener un «seguro de vida» a través de Siria y del Líbano.
Turquía, por su parte, se siente excluida de esta guerra del gas debido
al retraso del proyecto Nabucco y porque no tiene nada que ver con los
proyectos South y North Stream. El gas del Mediterráneo oriental parece
escapársele inexorablemente a medida que se aleja del proyecto Nabucco.
Gerhard Schroeder y Alexei Miller. El 30 de marzo de 2006, el ex
canciller alemán fue nombrado a la cabeza de la construcción de North
Stream.
Para concretar sus dos proyectos, Moscú creó la sociedad Gazprom en los
años 1990. Alemania, deseosa de liberarse de una vez de todas las
consecuencias de laSegunda Guerra Mundial,
se preparó para incorporarse a ambos proyectos, tanto en materia de
instalaciones como de revisión del gasoducto norte o de las
instalaciones de almacenamiento del conducto South Stream en su zona de
influencia, principalmente en Austria.
La empresa Gazprom fue fundada con la cooperación de Hans-Joachim
Gornig, un alemán conocido en Moscú, ex vicepresidente de la compañía
alemana de petróleo y de gas industrial que supervisó la construcción de
la red de gasoductos de la RDA. Hasta octubre de 2011, el director de Gazprom fue Vladimir Kotenev, ex embajador de Rusia en Alemania.
Gazprom firmó numerosas transacciones con empresas alemanas, en primer
lugar con las que cooperan con el proyecto North Stream, como los
gigantes E.ON, del sector de la energía, y BASF, del sector de los
productos químicos. En el caso de E.ON existen cláusulas que garantizan
tarifas preferenciales en caso de alza de precios, con lo cual Rusia
concede una especie de subvención «política» a las empresas del sector
energético alemán.
Moscú aprovechó la liberalización de los mercados europeos del gas para
forzarlos a desconectar las redes de distribución de las instalaciones
de producción. Ya superados los antiguos enfrentamientos entre Rusia y Berlín,
se abrió una fase de cooperación económica basada en aligerar la enorme
deuda que pesaba sobre los hombros de Alemania, la de una Europa
excesivamente endeudada por el yugo estadounidense. Se trata de una
Alemania que considera que el espacio germánico (Alemania, Austria, la
República Checa y Suiza) está destinado a convertirse en el centro de
Europa, sin tener que soportar las consecuencias del envejecimiento de
todo un continente, ni las de la caída de otra superpotencia.
Las iniciativas alemanas de Gazprom la empresa conjunta (joint venture)
de Wingas con Wintershall, una filial de BASF, que es el mayor productor
de petróleo y de gas de Alemania y controla el 18% del mercado del gas.
Gazprom otorgó a sus principales socios alemanes participaciones en sus
activos rusos nunca vistas anteriormente. De esta forma BASF y E.ON
controlan cada una cerca de la cuarta parte de los campos gasíferos de
Lujno-Rousskoie que alimentarán en gran parte el circuitoNorth Stream. Y
no se trata de una simple coincidencia si la equivalente alemana de
Gazprom, llamada «la Gazprom germana», llegará a ser dueña del 40% de la
compañía austriaca Austrian Centrex Co, que se especializa en el
almacenamiento de gas y que está destinada a ampliarse hacia Chipre.
Esta expansión no es ciertamente del agrado de Turquía, país muy
necesitado de participar en el proyecto Nabucco. Esa participación
consistiría en almacenar, comercializar y transportar un volumen de gas
que alcanzaría los 31,000 millones de m³ de gas al año, cifra que se
elevaría posteriormente a 40,000 millones al año, un proyecto que hace
que Ankara sea cada vez más dependiente de las decisiones de Washington y
de la OTAN, sobre todo teniendo en cuenta los repetidos rechazos a sus pedidos de incorporación a la Unión Europea.
Los vínculos estratégicos que determina el gas son cada vez más
decisivos en el plano político debido al cabildeo de Moscú en el Partido
Socialdemócrata Alemán en Renania del Norte-Westfalia, importante base
industrial y centro del conglomerado alemán RWE, proveedor de
electricidad y filial de E.ON.
Hans-Joseph Fell, responsable de políticas energéticas de los Verdes, ha
reconocido la existencia de esa influencia. Según el propio Fell, las 4
empresas alemanas vinculadas a Rusia tienen un importante papel en la
definición de la política energética alemana. Estas empresas se apoyan
en el Comité de Relaciones Económicas de Europa del este –o sea, en
empresas que mantienen contactos económicos muy estrechos con Rusia y
con los países del antiguo bloque soviético–, Comité que dispone a su
vez de una red muy compleja de influencias sobre los ministros y la
opinión pública. En Alemania, sin embargo, la discreción es la regla en
lo tocante a la creciente influencia de Rusia, en base al principio de
que es altamente necesario mejorar la «seguridad energética» de Europa.
Es interesante subrayar que Alemania considera que la política de la
Unión Europea destinada a resolver la crisis del euro puede llegar a
obstaculizar las inversiones germano-rusas. Esta razón, entre otras,
explica el desgano de Alemania ante el salvamento del euro, moneda ya
muy lastrada por las deudas europeas, a pesar de que el bloque germánico
podría soportar esas deudas él solo. Además, cada vez que los europeos
se oponen a su política hacia Rusia, Alemania afirma que los utópicos
planes de Europa no son realizables y que incluso pudieran llevar a
Rusia a vender su gas en Asia, lo cual pondría en peligro la seguridad
energética europea.
Este matrimonio de intereses germano-rusos tiene sus bases en la
herencia de la guerra fría, a raíz de la cual 3 millones de
rusoparlantes viven actualmente en Alemania, conformando así la mayor
comunidad extranjera en ese país, sólo después de la comunidad turca.
Putin también era favorable a la utilización de la red de ex
responsables de la RDA, que favorecieron los intereses de las compañías
rusas en Alemania, sin entrar a mencionar el reclutamiento de ex agentes
de la Stassi, como los directores de personal y finanzas de Gazprom
Germania, así como el director financiero del Consorcio North Stream,
Warnig Matthias quien, según elWall Street Journal, ayudó a Putin en el
reclutamiento de espías en Dresde en la época en que el propio Putin era
agente del KGB. Hay que reconocer, sin embargo, que el uso que Rusia ha
dado a sus antiguas relaciones no ha sido perjudicial para Alemania, ya
que los intereses de ambas partes se han visto beneficiados sin
favoritismo para ninguna de las dos.
El proyecto North Stream, principal vínculo entre Rusia y Alemania, fue
inaugurado recientemente con una conductora que costó 4,700 millones de
euros. Aunque esa conductora conecta a Rusia con Alemania, dado el
reconocimiento por parte de los europeos del hecho que ese proyecto
garantizaba la seguridad energética de Europa, Francia y Holanda se
vieron obligadas a declarar que se trataba, en efecto, de un proyecto
«europeo». Es importante mencionar en ese sentido que el señor Lindner,
director ejecutivo del Comité Alemán para las Relaciones Económicas con
los Países de Europa del Este declaró, con toda la seriedad del mundo,
que se trataba efectivamente de «un proyecto europeo y no de un proyecto
alemán y que [el proyecto] no encerraría a Alemania en una mayor
dependencia con respecto a Rusia». Esa declaración subraya la inquietud
que suscita el incremento de la influencia rusa en Alemania. Lo cierto
es que el proyecto North Stream es, por su estructura, moscovita y no
europeo.
Los rusos pueden paralizar a su antojo la distribución de energía en
Polonia y en varios países más y estarán en condiciones de vender el gas
al mejor postor. Sin embargo, la importancia que Alemania reviste para
Rusia reside en el hecho que Alemania es la plataforma que Rusia
necesita para desarrollar su estrategia continental, sobre todo teniendo
en cuenta que Gazprom Germania posee partes en 25 proyectos cruzados,
en países como Gran Bretaña, Italia, Turquía, Hungría, entre otros. Lo
anterior nos hace decir que Gazprom está destinada a convertirse, en
algún tiempo, en una de las empresas más importante del mundo, si no se
convierte en la más importante.
Un nuevo mapa de Europa, y después un nuevo mapa del mundo
Los gasoductos North Stream, South Stream y Nabucco.
Los dirigentes de Gazprom no sólo han desarrollado su proyecto sino que
también se las han arreglado para contrarrestar el proyecto Nabucco.
Gazprom posee el 30% del proyecto consistente en la construcción de una
segunda línea conductora de gas hacia el este, siguiendo más o menos el
mismo trazado que Nabucco. Los propios partidarios de esa segunda
conductora confiesan que se trata de un proyecto «político» destinado a
proporcionar una demostración de fuerza al frenar, e incluso bloquear,
el proyecto Nabucco. Moscú se esforzó además por comprar gas en Asia
central y en el Mar Caspio para enterrar ese proyecto y ridiculizar a
Washington políticamente, económicamente y estratégicamente.
Gazprom está explotando instalaciones vinculadas al gas en Austria, o
sea en el entorno estratégico de Alemania, además de alquilar
instalaciones en Gran Bretaña y Francia. Son, sin embargo, las
importantes estructuras de almacenamiento en Austria las que servirán
para rediseñar el mapa energético de Europa, ya que alimentarán a
Eslovenia, Eslovaquia, Croacia, Hungría, Italia y Alemania. A esas
instalaciones hay que agregar el centro de almacenamiento que Gazprom
está construyendo en Katrina con la cooperación de Alemania, para poder
exportar el gas hacia los grandes centros de consumo de Europa
occidental.
Gazprom creó una instalación común de almacenamiento con Serbia para
proporcionar gas a Bosnia-Herzegovina y a la propia Serbia. También se
han realizado estudios de factibilidad sobre métodos de almacenamiento
similares en la República Checa, Rumania, Bélgica, gran Bretaña,
Eslovaquia, Turquía, Grecia et incluso en Francia. Gazprom fortalece así
la posición de Moscú, proveedor del 41% del gas que se consume en
Europa. Esto representa un cambio sustancial en las relaciones entre el
este y el oeste a corto, mediano y largo plazo. Presagia además un
declive de la influencia estadounidense, representada por los escudos
antimisiles, y se avizora el establecimiento de una nueva organización
internacional cuyo pilar fundamental será el gas. Para terminar, todo
esto explica la intensificación de la lucha por el gas, desde la costa
oriental del Mediterráneo hasta el Medio Oriente.
Nabucco y Turquía en dificultades
Carente de fuentes de aprovisionamiento y sin clientes identificados, Nabucco sigue retrasándose.
Se suponía que Nabucco transportaría gas hacia Austria a través de 3 900
kilómetros de territorio turco y estaba concebido para proporcionar
anualmente a los mercados europeos 31 000 millones de m³ de gas natural
proveniente del Medio Oriente y de la cuenca del Caspio. El apuro de la
coalición OTAN-Estados Unidos-Francia por eliminar los obstáculos que se
oponían a sus intereses en materia de aprovisionamiento en gas en el
Medio Oriente, esencialmente en Siria y Líbano, reside en la necesidad
de garantizar la estabilidad y el consentimiento del entorno cuando se
habla de las infraestructuras e inversiones que exige la industria del
gas. La respuesta siria fue firmar un contrato para trasladar el gas
iraní hacia su territorio, pasando por Irak. La batalla se focaliza, por
lo tanto, alrededor del gas sirio y del gas libanés. ¿Alimentará a
Nabucco o a South Stream?
El consorcio Nabucco se compone de varias empresas: la alemana REW, la
austriaca OML, la turca Botas, la búlgara Energy Company Holding y la
rumana Transgaz. Hace 5 años, los costos iniciales se estimaban en
11,200 millones de dólares, pero de aquí al año 2017 podrían elevarse a
21,400 millones. Esto plantea numerosas interrogantes en cuanto a su
viabilidad económica ya que Gazprom ha logrado contratos con varios
países que debían alimentar a Nabucco, que no podrá contar ya con los
excedentes de Turkmenistán, sobre todo luego de los infructuosos
intentos por apoderarse del gas iraní. Este último factor es uno de los
secretos que se desconocen sobre la batalla por Irán, país que traspasó
la línea roja en su desafío a Estados Unidos y Europa al escoger Irak y
Siria como trayectos para el transporte de una parte de su gas.
Así que la mayor esperanza de Nabucco es aprovisionarse con el gas de
Azerbaiyán y el yacimiento de Shah Deniz, convertido en casi la única
fuente de aprovisionamiento de un proyecto que parece haber fracasado
sin haber comenzado. Eso es lo que se desprende, por un lado, de la
aceleración de la firma de contratos que Moscú ha concluido para la
compra de fuentes inicialmente destinadas aNabucco y de las dificultades
surgidas, por otro lado, al tratar de imponer cambios geopolíticos en
Irán, Siria y Líbano. Y todo esto se produce en momentos en que Turquía
reclama su tajada en el proyecto Nabucco, ya sea mediante la firma de un
contrato con Azerbaiyán para la compra de 6,000 millones de m³ de gas
en 2017 o a través de la anexión de Siria y del Líbano, con la esperanza
de obstaculizar el tránsito del petróleo iraní o de recibir parte de la
riqueza gasífera de Líbano y Siria. Parece que la posibilidad de
hacerse de un lugar en el nuevo orden mundial exige prestar cierta
cantidad de servicios, que van desde el apoyo militar hasta servir de
base al dispositivo estratégico del escudo antimisiles.
Lo que quizás sea la principal amenaza para Nabucco es el intento ruso
de hacerlo fracasar mediante la negociación de contratos más ventajosos
que los suyos a favor de Gazprom para North Stream y South Stream, lo
cual invalidaría los esfuerzos de Estados Unidos y de Europa,
disminuiría la influencia de ambos y perturbaría la política energética
de esos contendientes en Irán y/o en el Mediterráneo. Además, Gazprom
podría convertirse en uno de los inversionistas u operadores más
importantes de los nuevos yacimientos de gas en Siria y Líbano. No por
casualidad el ministro sirio del Petróleo anunció, el 16 de agosto de
2011, el descubrimiento de un pozo de gas en Qara, cerca de Homs, cuya
capacidad sería de 400 000 m³ diarios (146 millones de m³ al año), por
no mencionar la importancia del gas existente en el Mediterráneo.
Los proyectos North Stream y South Stream han reducido, por lo tanto, la
influencia política de Estados Unidos, que ahora parece haberse
rezagado. Los síntomas de hostilidad entre los Estados europeos y Rusia
se han atenuado, pero Polonia y Estados Unidos no parecen dispuestos a
renunciar. A finales de octubre de 2011, estos dos países anunciaron la
modificación de su política energética como consecuencia del
descubrimiento de yacimientos europeos de carbón que deberían disminuir
la dependencia con respecto a Rusia y al Medio Oriente. Ese parece ser
un objetivo ambicioso, pero sólo posible a largo plazo debido a los
numerosos pasos previos que exige la comercialización ya que se trata de
un tipo de carbón hallado en rocas sedimentarias a miles de metros bajo
tierra, por lo cual exige el empleo de técnicas hidráulicas de fractura
a altas presiones para liberar el gas, y eso sin entrar a considerar
los riesgos para el medio ambiente.
La participación de China
La Organización de Cooperación de Shangai, conformada por Rusia, China, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.
La cooperación sino-rusa en el campo energético es el motor de la
asociación estratégica entre los dos gigantes. Según los expertos,
constituye incluso la «base» de su reiterado doble veto a favor de
Siria.
Esta operación no tiene que ver únicamente con el aprovisionamiento de
China en condiciones preferenciales. China está llamada a vincularse
directamente con la distribución del gas a través de la adquisición de
activos y de instalaciones, además de un proyecto de control conjunto de
las redes de distribución. Paralelamente, Moscú da muestras de su
flexibilidad en cuanto a los precios del gas, a condición de que se le
conceda acceso al muy provechoso mercado interno chino. Se ha acordado,
por lo tanto, que los expertos rusos y chinos trabajen juntos en los
siguientes campos: «La coordinación de estrategias energéticas, la
previsión y la prospección, el desarrollo de los mercados, la eficacia
energética y las fuentes alternativas de energía».
Otros intereses estratégicos comunes están vinculados a los riesgos que
representa el proyecto estadounidense de «escudo antimisiles».
Washington no sólo ha implicado a Japón y Corea del Sur sino que, a
principios de septiembre de 2011, también invitó a la India a sumarse al
proyecto. Esto trae como consecuencia que las preocupaciones de los dos
países se cruzan en momentos en que Washington trata de reactivar su
estrategia en Asia central, o sea en la Ruta de la Seda. Y esa
estrategia es la misma que George Bush había emprendido (el proyecto
Gran Asia Central) con vistas a contrarrestar –con la colaboración de
Turquía– la influencia de Rusia y China, resolver la situación en
Afganistán de aquí al año 2014 e imponer la fuerza militar de la OTAN en
toda la región. Uzbekistán ya ha dado a entender que podría acoger a la
OTAN, y Vladimir Putin ha estimado que lo que pudiera hacer fracasar la
intrusión occidental e impedir que Estados Unidos perjudique a Rusia
sería la expansión del espacio Rusia-Kazajstán-Bielorrusia, en
cooperación con Pekín.
Este panorama de los mecanismos de la actual lucha internacional da una
idea del proceso de formación del nuevo orden internacional, basado en
la lucha por la supremacía militar y cuyo elemento central es la
energía, con el gas en primer lugar.
El gas de Siria
La «revolución siria» es una pantalla mediática que esconde la intervención militar occidental para la conquista del gas.
Cuando Israel emprendió la extracción de petróleo y gas, a partir de
2009, estaba claro que la cuenca del Mediterráneo se había sumado al
juego y que había dos posibilidades: o bien Siria iba a ser objeto de un
ataque o toda la región lograría vivir en paz, ya que se supone que el
siglo XXI sea el siglo de la energía limpia.
Según el Washington Institute for Near East Policy (WINEP, el think-tank del AIPAC),
la cuenca del Mediterráneo encierra las mayores reservas de gas y es
precisamente en Siria donde se hallan las más importantes. Ese mismo
instituto ha emitido también la hipótesis de que la batalla entre
Turquía y Chipre se intensificará porque Turquía no puede aceptar la
pérdida del proyecto Nabucco (a pesar del contrato firmado con Moscú en
diciembre de 2011 para el transporte de gran parte del gas deSouth
Stream a través de Turquía).
La revelación del secreto del gas sirio da una idea de la enorme
importancia de lo que está en juego. Quien tenga el control de Siria
podrá controlar el Medio Oriente. Y a partir de Siria, puerta de Asia,
tendrá en sus manos «la llave la Casa Rusia», como decía la emperatriz
rusa Catalina la Grande, y también la de China, a través de la Ruta de
la Seda, lo que le permitirá dominar el mundo ya que este siglo es el
Siglo del Gas.
Es por esa razón que los firmantes del acuerdo de Damasco, que permite
que el gas iraní pase a través de Irak y llegue al Mediterráneo, creando
un nuevo espacio geopolítico y cortando la línea vital de Nabucco,
declararon en su momento que«Siria es la llave de la nueva era».
Imad Fawzi Shueibi en Red Voltaire
Vista satelital de Oriente Medio.
visto en : http://cazasyhelicopteros.blogspot.com/
Fuente original: http://jonkepa.wordpress.com/
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