martes, 11 de septiembre de 2012

Nueva aventura bélica de Georgia contra Osetia del Sur está condenada al fracaso

A finales de agosto pasado, cerca de la frontera con Rusia, Georgia concluyó un operativo lanzado contra un grupo armado en el que murieron doce insurgentes y tres agentes de sus fuerzas especiales.

La cartera del Interior de ese país informó que los hombres armados, que al parecer varios días antes del operativo tuvieron como rehenes a una decena de personas, se infiltraron en el territorio georgiano desde la república rusa de Daguestán. 

El presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, calificó la infiltración como una provocación por parte de Rusia, cuyas autoridades restaron importancia a la situación generada en torno a este hecho, puesto que no es la primera vez que la parte georgiana informa de tales incidentes entre ambos países, que nunca han ratificado sus fronteras. 

Al igual que el candidato a la presidencia de EEUU por el Partido Republicano, Mitt Romney, que califica a Rusia de “enemigo geopolítico número uno”, Saakashvili utiliza también el asunto del país euroasiático con fines políticos, pues no hay que olvidar que en Georgia tendrán lugar elecciones parlamentarias. 

El mandatario georgiano ya no sabe qué inventar para ganarse los votos en las legislativas que tendrán lugar en su país el 1 de octubre próximo. Según el Instituto Nacional Democrático de EEUU (NDI), solo el 36 % de los encuestados está dispuesto a votar por el partido gobernante Movimiento Único Nacional, una cifra que tiende a caer. 

Al respecto, cabe señalar que el próximo año Georgia cambiará su estatus de república presidencial al de parlamentaria, por lo que Saakashvili necesita salir ganador en las próximas elecciones para mantener el poder en calidad de primer ministro. 

Ahora, con el fin de ganar la mayoría de los sufragios, el presidente georgiano se esfuerza por hacer que Rusia sea vista a nivel nacional e internacional como un país agresivo del que hay que proteger a la población georgiana; y por mostrar que sus Fuerzas Armadas están “preparadas para combatirlo” y como ejemplo de esto cita cómicamente el operativo mencionado. 

Saakashvili se equivoca si piensa que la población georgiana no sacó conclusiones tras la pérdida absoluta de una “parte de su territorio” como consecuencia de la aventura bélica y genocida que el mismo mandatario georgiano emprendió hace cuatro años para “recuperar” Osetia del Sur. 
Los georgianos recordarán siempre que esa empresa descabellada que Saakashavili puso en marcha el 8 de agosto de 2008, durante los JJOO en Pekín, obligó a Rusia a imponer la paz en esa región del Cáucaso Sur y reconocer oficialmente, junto con varios países, a Osetia del Sur y a Abjasia como nuevos Estados de la comunidad internacional. 

Para precisar, Osetia del Sur y Abjasia son repúblicas limítrofes con Rusia las cuales, tras la desintegración de la Unión Soviética, en 1991 proclamaron su independencia de Georgia. Desde entonces eran consideradas repúblicas autónomas en el seno de ese país. 

Tras la expulsión de las tropas georgianas del territorio suroseta, se percibió también con claridad que Occidente y EEUU no estaban dispuestos a entrar en un conflicto militar con Rusia por Georgia. Esto hizo que Saakashvili reorientase su política hacia el restablecimiento de lo “destruido”, aprovechando las consignas democráticas para mantener la atención y obtener de Occidente los recursos financieros que a la postre superaron lo concedido en los quince años anteriores. 

Esa reorientación política, que inicialmente dio resultados, consiste en una reforma basada en el modelo de una dictadura tras convertirse el Ministerio del Interior de Georgia en un poderoso aparato de represión dotado de competencias inexorables. Así, ahora el Estado policial georgiano controla todo absolutamente. La nueva política induce a que la población georgiana olvide su pasado y su cultura; a que renuncie a sus tradiciones. También destruye su psicología y cambia su mentalidad orientándola hacia una que le es ajena. Solo así se logrará la transformación “normal” de Georgia, según Saakashvili, para que luego pueda con facilidad incorporarse a la comunidad europea.

En rechazo a la dictadura impuesta en Georgia, Bidzina Ivanishvili hace su aparición en el escenario político del país. Goza no solo de ingentes recursos financieros, sino también de una inmaculada reputación. Ivanishvili inspiró a los desmoralizados y desunidos detractores de la política de Saakashvili y los reunió en la coalición opositora denominada El Sueño Georgiano, la cual cobra más fuerza día a día. 

Las violaciones de los Derechos Humanos en Georgia, denunciadas este año por la organización Rights Watch, con sede en EEUU, se suman al descontento de la población por la pérdida de las dos repúblicas, a la intensificación de esta dictadura del Gobierno georgiano y al fortalecimiento de la oposición en el país, lo que en conjunto resta aun más las probabilidades de que Saakashvili salga victorioso en las elecciones parlamentarias. 

En esas circunstancias no tiene sentido que el presidente Mijaíl Saakashvili haga declaraciones revanchistas, uno de los pilares de su campaña electoral, como las que hizo un día antes del cuarto aniversario de la agresión militar georgiana contra el pueblo suroseta diciendo que recuperará lo que denominó “territorios perdidos” o que “Georgia seguirá adiestrando allí [en Afganistán] a sus efectivos, que necesitan instrucción de combate”, pues un Ejército fuerte es inconcebible sin “una guerra activa”. 

Una nueva aventura bélica contra Osetia del Sur y Abjasia estará condenada al fracaso porque, además de que las condiciones son más desfavorables que en la agresión anterior, Rusia no se quedará con los brazos cruzados. Ni Occidente ni EEUU se arriesgará a entrar en conflicto a gran escala con el país euroasiático por un presidente que ni siquiera cuenta con respaldo en el interior de su país. Y eso pese a que desde el punto de vista geopolítico Georgia es importante para ellos, razón por la que siempre han tratado de tener en él un aliado seguro y un contrapeso a la influencia rusa en la región caucásica.

La voz de Rusia

No hay comentarios: