Especialistas proponen tres alternativas para solucionar la eventual
escasez de plutonio-238 que alimenta las sondas que van al espacio
El fin de la producción de plutonio-238 en EE.UU. y Rusia pronto dejará a
la NASA sin el combustible 'espacial' más eficaz e imposibilitará
misiones a lejanos planetas del sistema solar.
El plutonio-238, un gramo del cual genera cerca de medio vatio, con un
período de semidesintegración de 87 años, sigue siendo la más eficaz
fuente de energía para los aparatos espaciales tripulados. Precisamente
esta sustancia radiactiva alimenta las naves tipo Voyager que pronto
abandonarán el sistema solar. De este combustible también se alimenta el
famoso Curiosity que acaba de ser colocado en la órbita de Marte.
La producción de plutonio-238 en EE.UU. terminó en 1988, por lo que ese
país comenzó a comprarle plutonio a Rusia. Fue el plutonio ruso el que
llevó fuera de la órbita terrestre a Galileo, la primera y única sonda
que penetró en la atmosfera de Júpiter, y a otras sondas de la NASA,
informa la revista New Scientist .
Sin embargo desde el 2009, Rusia, que experimenta una drástica reducción
de sus reservas de plutonio subió sus precios por encima de 6 millones
de dólares por kilo, una suma “imposible” para el escaso (en comparación
con el Pentágono) presupuesto de la agencia espacial estadounidense.
En 2009, la NASA disponía de 5 kilos de plutonio y se suponía que esa
cantidad alcanzaría aproximadamente hasta 2018, si se consume
“ajustadamente”. Actualmente, el consumo anual de plutonio-238 por parte
de la NASA ronda los dos kilos.
Ahora el problema es que producir plutonio-238 no es fácil ni barato y
el restablecimiento de las líneas de producción podría tardar varios
años, con un costo de unos 100 millones de dólares, más barato que el
precio de un avión de combate tipo F-35 y nada en comparación con el
presupuesto de Defensa.
Sin embargo no son dificultades técnicas, sino el propio el Congreso
estadounidense (que en principio no tiene nada en contra del presupuesto
de 700.000 millones para fines militares), el principal escollo del
proyecto “plutonio” (demasiados electores trabajan el sector militar y
muchos lobistas suyos están ocupando escaños en el parlamento de
EE.UU.). El Parlamento nacional parece no querer aprobar estos 100
millones para la NASA; por lo menos, así piensa la propia agencia.
Tres soluciones para la NASA
Hoy por hoy, la NASA se encuentra ante tres posibles soluciones. La
primera es equipar todas las sondas que estudian Marte, Júpiter y
Saturno, así como sus módulos, a baterías solares. La dificultad de esta
alternativa en Marte son sus tempestades de polvo, capaces de acabar
con cualquier aparato propulsado por energía solar, así como los polos
marcianos, donde la energía solar que se obtiene en invierno es
absolutamente insuficiente para el funcionamiento normal de las sondas.
La constante solar en las orbitas de Júpiter, Saturno y Plutón es 25,
100 y más de 2 000 veces menor que en la Tierra. Por ejemplo, el peso de
las baterías solares en las sondas tipo 'New Horizons' en la órbita de
Plutón superaría en un 99% del peso del mismo aparato, hecho que
técnicamente sería una barbaridad.
La segunda solución, recientemente propuesta por la NASA para la
superficie de Venus es el uso de combustible de litio en una mezcla con
dióxido de carbono para los motores de Stirling, puesto que las baterías
solares en la superficie de Venus, donde la atmósfera es 100 veces más
densa en la Tierra, tampoco aportarían un resultado adecuado. El
problema es que además de Venus, tal alternativa sería aplicable solo en
Marte y con una dificultad: la poca densidad de la atmósfera de este
planeta obligará a desarrollar una bomba para obtener las cantidades
necesarias de hidrógeno, en caso contrario habrá que reducir la
potencia de la planta propulsora Stirling.
La tercera solución es producir plutonio-238. Pero para tal caso, los
especialistas del Centro de Estudios Espaciales Nucleares ofrecieron a
la NASA un método más barato y simple: proponen prescindir de cargar un
reactor nuclear con neptunio-237 durante un año, donde bajo el efecto de
los neutrones se generará el plutonio-238 para después sacarlo de allí
mediante complejos procedimientos químicos.
El truco que se ofrece es usar una línea de alimentación mecánica tipo
una cinta que rodee el reactor, con pequeñas cápsulas dentro que
contengan neptunio-237. En pocos días se podría sacar de estas cápsulas
el neptunio, 0,01% del cual se convertiría en plutonio-238. Separado el
neptunio del plutonio, las cápsulas se cargarían nuevamente con
neptunio. Y así se darían miles vueltas para crear kilos del material
que necesita la NASA.
Dicho método permitiría acortar el tiempo de la irradiación del neptunio
y reduciría la cantidad de innecesarios isotopos generados durante el
largo proceso de 'tiroteo' con neutrones.
Se supone que tal tecnología abarataría la producción de plutonio-238 en
unos 50 millones de dólares. Sin embargo persisten preocupaciones de
carácter político, ligadas al problema de la no proliferación. Mientras
el plutonio-238 no podrá ser usado en armas nucleares, el neptunio-237
sí. Es un material apto para hacer armas y una vez bombardeado con
neutrones rápidos es capaz de provocar una reacción en cadena.
Hasta ahora no se dio a conocer qué variante preferirá el Gobierno
estadounidense y la NASA, dada también la escasez de plutonio-237 en
Rusia. Sí está claro que una demora en este asunto pronto hará postergar
por muchos años las misiones a lejanos planetas del sistema solar.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/51620-nasa-afronta-crisis-combustible-espacial
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