miércoles, 4 de abril de 2012

EE. UU. es "hipócrita" a la hora de 'proteger' la libertad en Internet



La política de EE. UU. en cuanto a Internet genera una gran controversia. Los afectados por lo que muchos denominan como censura, califican de "hipócrita" esta actidud de las autoridades norteamericanas.
Con sus constantes llamamientos a la libertad y a los ideales democráticos, EE. UU. se suele colocar al frente de la fila de aquellos que quieren imponer este modelo a los demás. Bajo estas directrices de adalid de la libertad acusó a Irán de establecer un "telón electrónico" y prometió a los ciudadanos iraníes facilitarles el acceso a la Red.
Sin embargo, parece que la defensa de las libertades en el espacio virtual se detiene cuando no es ventajosa para Washington. Así, al tratar de proteger de posibles filtraciones su información interna, EE. UU. desata una dura guerra basada en restricciones, que provoca multitud de denuncias de usuarios que ven cómo se veta su uso de la Red.

Los dobles estándares de EE. UU. de la libertad de expresión, exportados al extranjero

Además de tratar de contener la fuga de información en su territorio, EE. UU. no desaprovecha la oportunidad de propagar sus métodos en otros países. Tales son los casos de Bahréin, Arabia Saudita o Kuwait, que gozan de grandes inyecciones financieras y tecnológicas destinadas a bloquear las redes sociales y sitios web.
El escritor Peter Van Buren señala que “muchas herramientas usadas por los denominados 'gobiernos represivos' son facilitadas por compañías estadounidenses. La diferencia es que las empresas señalan al beneficio como su motivación, mientras que el Gobierno norteamericano indica que la suya es la libertad, aunque en realidad parece actuar de manera contraria”.

Washington castiga severamente a los que filtran datos que no le convienen

Los autores de filtraciones perjudiciales para la Casa Blanca no se salvan de recibir castigos severos. De esta forma, WikiLeaks (para muchos una fuente veraz en Internet) tuvo que hacer frente a una dura represión por parte del Gobierno estadounidense, al igual que su fundador, Julian Assange, cuya página web ayudó a revelar detalles secretos sobre las guerras de Irak y Afganistán.
“WikiLeaks es un enemigo porque ha publicado varios datos incómodos para el Gobierno estadounidense”, apunta Van Buren.
Para acallar esas 'indeseables' voces se han usado en este caso particular varias medidas extremas, que van desde el ahogamiento financiero por medio del bloqueo de las donaciones que recibía el portal, hasta el proceso judicial contra el propio Assange.
El escritor califica esta política como una “hipocresía”. Van Buren explica que “el Departamento de Estado envió al extranjero 76 millones de dólares desde el año 2008 para apoyar la libertad en Internet, prestando medios para periodistas, blogueros y usuarios de la Red de todo el mundo, especialmente de los países con los que tenemos relaciones más complicadas. Pero al mismo tiempo habría gastado incluso más dinero en tapar el flujo de información de WikiLeaks, percibiendo como incómodo su derecho a la libertad de expresión”.
Empeñado en sofocar al enemigo y someter a censura toda la información que considera peligrosa, parece que EE. UU. pasa por alto los ideales que el propio país proclama. Esto se ha convertido en una política que está socavando la credibilidad y el modelo democrático que Washington a tan viva voz proclama, mientras tapa otras voces escudándose en su verdad.

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