La política de EE. UU. en cuanto a Internet genera una gran controversia. Los afectados por lo que muchos denominan como censura, califican de "hipócrita" esta actidud de las autoridades norteamericanas.
Con sus constantes llamamientos a la libertad y a los ideales
democráticos, EE. UU. se suele colocar al frente de la fila de aquellos
que quieren imponer este modelo a los demás. Bajo estas directrices de
adalid de la libertad acusó a Irán de establecer un "telón electrónico" y prometió a los ciudadanos iraníes facilitarles el acceso a la Red.
Sin embargo, parece que la defensa de las libertades en el espacio virtual se detiene cuando no es ventajosa para Washington.
Así, al tratar de proteger de posibles filtraciones su información
interna, EE. UU. desata una dura guerra basada en restricciones, que
provoca multitud de denuncias de usuarios que ven cómo se veta su uso de
la Red.
Los dobles estándares de EE. UU. de la libertad de expresión, exportados al extranjero
Además de tratar de contener la fuga de información en su territorio,
EE. UU. no desaprovecha la oportunidad de propagar sus métodos en otros
países. Tales son los casos de Bahréin, Arabia Saudita o Kuwait, que
gozan de grandes inyecciones financieras y tecnológicas destinadas a
bloquear las redes sociales y sitios web.
El escritor Peter Van Buren señala que “muchas herramientas usadas por
los denominados 'gobiernos represivos' son facilitadas por compañías
estadounidenses. La diferencia es que las empresas señalan al beneficio
como su motivación, mientras que el Gobierno norteamericano indica que
la suya es la libertad, aunque en realidad parece actuar de manera
contraria”.
Washington castiga severamente a los que filtran datos que no le convienen
Los autores de filtraciones perjudiciales para la Casa Blanca no se salvan de recibir castigos severos. De esta forma, WikiLeaks
(para muchos una fuente veraz en Internet) tuvo que hacer frente a una
dura represión por parte del Gobierno estadounidense, al igual que su
fundador, Julian Assange, cuya página web ayudó a revelar detalles secretos sobre las guerras de Irak y Afganistán.
“WikiLeaks es un enemigo porque ha publicado varios datos incómodos para el Gobierno estadounidense”, apunta Van Buren.
Para acallar esas 'indeseables' voces se han usado en este caso
particular varias medidas extremas, que van desde el ahogamiento
financiero por medio del bloqueo de las donaciones que recibía el
portal, hasta el proceso judicial contra el propio Assange.
El escritor califica esta política como una “hipocresía”. Van Buren
explica que “el Departamento de Estado envió al extranjero 76 millones
de dólares desde el año 2008 para apoyar la libertad en Internet,
prestando medios para periodistas, blogueros y usuarios de la Red de
todo el mundo, especialmente de los países con los que tenemos
relaciones más complicadas. Pero al mismo tiempo habría gastado incluso
más dinero en tapar el flujo de información de WikiLeaks, percibiendo como incómodo su derecho a la libertad de expresión”.
Empeñado en sofocar al enemigo y someter a censura toda la información
que considera peligrosa, parece que EE. UU. pasa por alto los ideales
que el propio país proclama. Esto se ha convertido en una política que
está socavando la credibilidad y el modelo democrático que Washington a
tan viva voz proclama, mientras tapa otras voces escudándose en su
verdad.
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